Una mezcla de emociones invaden estos días tanto a profesores como a alumnos. El colegio, un espacio habitualmente lleno de bullicio, risas, carcajadas, charlas, confidencias y… por qué no decirlo, algún lloro; se encuentra en un proceso de desperezo después de un largo letargo invadido por la calma y un silencio abrumador.

 

Los primeros en alterar esa paz fuimos nosotros, los profesores, que con nuestras sonrisas, saludos y abrazos llenos de cariño hicimos que el colegio fuera desperezándose poco a poco.

 

Tras el reencuentro comenzamos a preparar el recibimiento a esas personitas que lo esperan todo de nosotros: confianza, cariño, respeto, atención, enseñanza… Enseñanza teniendo en cuenta que todos somos iguales pero todos tan diferentes… y únicos. He ahí nuestro gran reto y gran rompecabezas.

 

Y… llegaron; rostros con bonitos bronceados, miradas relajadas pero expectantes, sonrisas que un poco forzadas nos mostraban una mezcla entre alegría e incertidumbre y que se dispusieron a despertar definitivamente  nuestro colegio.

 

Ongi etorriak!

 

¡Bienvenidos!

 

Wellcome!

 

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