La pandemia del Covid-19 nos ha hecho testigos con perplejidad de una situación de mortalidad inusitada, así como del esfuerzo que los profesionales sanitarios han tenido que llevar a cabo para poder atender a todos sus pacientes, llegándose incluso a desbordar los recursos de muchos de nuestros hospitales públicos.

Si esta situación ha sido dramática en un país como España, que tiene en el sistema sanitario una de sus principales fortalezas, podemos imaginarnos la situación en otros lugares del mundo. Es el caso de la Amazonía Peruana, donde los Agustinos del Vicariato de Iquitos, ante la pasividad de muchas autoridades, se han tenido que poner al frente para poder conseguir una planta de oxígeno. Con ella se trata de afrontar una situación de emergencia: se estaban muriendo muchas personas por carecer de este elemento básico.

Desde Iquitanz, en coordinación con el resto de organizaciones solidarias agustinianas, hemos articulado con rapidez una ayuda de emergencia para apoyar en la adquisición de dicha planta. A principios del mes de mayo hicimos un envío de veinte mil euros, que se han sumado a las numerosas cantidades que desde diferentes lugares del mundo les han hecho llegar.

Hoy ya tienen en funcionamiento en Iquitos dos plantas generadoras de oxígeno, que han aliviado en gran medida la situación de emergencia y han conseguido salvar numerosas vidas. Reproducimos aquí las palabras del padre agustino Miguel Fuertes, administrador apostólico de Iquitos: “gracias a toda la gente que se ha volcado desde diferentes lugares del mundo, también en Iquitos, gente que ni siquiera tiene cuenta corriente en el banco y ha llamado para traerlo en efectivo incluso. Algunos van a traer un sol, no importa, lo que importa es que vamos a conseguir más oxígeno y menos muertos en Iquitos”.

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